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progreso y masoneria en la construcción de europa

by Eduardo Callaey
From Revista Simbolo Año LIII No 69 Abril/Mayo 2000


La ruta que conduce a la comprensión del término progreso por parte de los pueblos no ha sido fácil.

Para lograr ese objetivo, la orden tuvo que repensarse a sí misma y establecer un nuevo modelo de comunidad  iniciativa diferente a las que habían existido en la Antigüedad.

Las Escuelas de Misterios en Occidente, desarrolladas primero en las arenas de Luxor y Tebas y luego en Delfos, establecieron un mecanismo pensado para un mundo en donde el progreso era un concepto desconocido. Hermes Trimegisto, Prometeo, Orfeo, Rama, fueron modelos de iniciados ligados a una Edad de Oro de la cual el mundo se aleja fatal y definitivamente: "...En la antigüedad grecorromana la idea de una decadencia que había seguido a la edad de oro, y la del retorno cíclico, impidieron el desarrollo de una verdadera idea del progreso.

Los griegos no tenían un término que corresponda a progreso, y el latín "Progressus " tenía un sentido más material (proceder) que normativo.

"... Para la mayoría de los pensadores y jefes políticos -dice Le Goff- lo esencial era no  cambiar. El cambio es corrupción y calamidad.. " (1)

Entre los griegos, Simónides de Ceos (550 a.C.) expresaba: "Hombre, nunca digas lo que pasará mañana" y Platón legaba al mundo su creencia en una constante regresión moral (2) y una historia futura prefijada.

Aristóteles aceptaba como posible la construcción de modelos perfectos, pero estaba convencido que no representaría otra cosa que el retorno a la perfección original.

Los romanos comienzan a apartarse lentamente de esta veneración del mundo antiguo a la imagen de la Edad de Oro.

Cicerón establece su teoría de los ciclos históricos e imagina un destino común para toda la humanidad. Si el hombre es capaz de elevarse a la dimensión cósmica en donde viven los dioses, entonces se convierte en agente consciente de la historia y la realiza; de lo contrario deja de ser históricamente.

Pero en esta concepción de la historia, Cicerón cree que el Estado debe encarnar asimismo ese modelo ideal o de lo contrario desaparecer.

Séneca, entre otros estoicos, llega a aceptar la posibilidad de un cierto progreso científico: " ... Queda aún mucha tarea y mucha irá quedando, y ni dentro de mil siglos existirá ningún hombre nacido a quien quede encerrada toda ocasión de añadir alguna cosa. Pero aunque los antiguos lo hubieran descubierto todo, siempre volverá a presentarse el estudio de la manera de hacer uso del descubrimiento de los demás, de su conocimiento y ordenación..."(3)

Sin embargo, Séneca cree también en una humanidad destinada a la decadencia moral.

Esta visión del mundo antiguo frente a una decadencia inevitable creó una potente corriente iniciatica basada en el mito del eterno retorno y el restablecimiento de las antiguas civilizaciones que aún perdura y que dio sustento en este siglo a los grandes movimientos totalitarios de Europa.

El concepto de progreso que sostiene la francmasonería colisiona dramáticamente con estas  corrientes.

Es en este sentido que no puede asimilarse la francmasonería a las antiguas Escuelas de Misterio mundo clásico y es por esa misma razón que constituye un nuevo concepto de iniciación diferente al que intentan introducir distintas corrientes místicas en los siglos XVIII y XIX y que están más cerca de los conceptos del mundo clásico que de las ideas de Libertad, igualdad, Fraternidad y Progreso.

Y si bien la francmasonería guarda elementos comunes a todas las escuelas iniciáticas en tanto se vale de la iniciación y de un lenguaje simbólico, el enorme aporte de la Orden a la civilización es la utilización del símbolo como herramienta capaz de convertirse en principio y factor inspirador de cambios sociales.

Este carácter sociológico del símbolo induce un nuevo orden moral, establece nuevas normas de conducta y adquiere una dimensión ética en la vida republicana, en la lucha por los derechos humanos, en una nueva sociedad regenerada.

Emergiendo del misterio mismo alcanza su destino final en la construcción del progreso. (4)

¿Cuándo comenzó a construirse el concepto de progreso?

Esta es una pregunta fascinante.

¿En qué momento se conjugó por primera vez la vía iniciática con el propósito de construir el progreso?

¿Qué hechos históricos dieron marco a la evolución de estos movimientos contenidos en el seno de asociaciones iniciáticas capaces de liderar revoluciones y cambios socioculturales de semejante magnitud?

¿Cómo nace concretamente la idea de progreso en Europa?

La idea de progreso

Hacia fines del año 406, en el territorio que actualmente ocupa Alemania, tuvo lugar un acontecimiento llamado a convertirse en uno de los sucesos que tanto necesitan los historiadores para sus cronologías.

Un invierno gélido cubrió aquella parte de la vieja Europa helando el Rin, la última barrera fluvial que aún contenía la ola bárbara.

Aquella noche, cerca de 15.000 guerreros, seguidos de sus mujeres e hijos, cruzaron el río para penetrar profundamente en la provincia romana de la Galia.

A partir de aquel evento, y a lo largo de todo el siglo V, las provincias occidentales ya separadas del Imperio Romano de Oriente sufrieron el embate permanente de las tribus bárbaras procedentes del norte y de las tierras del este.

Estas provincias occidentales, sometidas a graves conflictos políticos y sociales, ahogadas económicamente y con recursos inadecuados para su propia defensa, atraviesan una dramática situación de enfrentamiento con estos pueblos extranjeros que se lanzan como una marea hacia lo que antaño fuera el corazón del Imperio.

Estos acontecimientos han sido definidos por la mayoría de los manuales de historia como "La Caída del Imperio Romano".

"...Aceptamos esta división por el peso de nuestra educación y por la fuerza que la cronología ejerce sobre los historiadores" dice Jacques Heers (5).

La realidad es que estas invasiones habían comenzado mucho tiempo antes, hacia el siglo III y que se prolongarían durante largos siglos más.

La situación se agravó en las últimas décadas del siglo IV, cuando la nación de los hunos comenzó una gran expansión hacia occidente empujando a los pueblos germánicos dentro de las fronteras, los limes de Roma, poniendo en peligro su civilización.

Existen sobradas pruebas y documentos de la zozobra, el desorden y la destrucción que estos pueblos causaron, principalmente sobre los habitantes de las ciudades del imperio.

Sin embargo, estos bárbaros (vocablo con el que los griegos designaban a todo aquel que fuera extranjero) no lo eran tanto.

Como hemos dicho, desde los albores del siglo III habían penetrado paulatinamente dentro de los antiguos limes romanos estableciéndose en tierras a uno y otro lado de la frontera bajo la influencia directa de la civilización romana.

En su ensayo sobre "Las mutaciones de la cultura Occidental" Jacques Fontaine expresa que "...Su deseo, conmovedor y contradictorio, era conservar sus costumbres y su organización social, en suma, su personalidad, teniendo el honor de convertirse en romanos de pleno derecho". (6)

Muchos historiadores coinciden en que la idea de que las invasiones bárbaras acabaron con la civilización romana imponiendo tradiciones completamente nuevas, lo que constituye un punto de vista completamente erróneo. (7)

Es famosa una frase atribuida al rey visigodo Ataulfo en ocasión de su casamiento con una princesa imperial, Gala Placidia.

En la ceremonia, realizada en Narbona en 414, Ataulfo exclamó: " .sostener a Roma con el poder de los Godos!..." (8)

De la misma manera que estamos condicionados por las cronologías solemos aceptar que con la caída de Roma el mundo se sumergió en un mar de tinieblas del cual sólo emergería seis siglos después con el establecimiento de las etapas finales del feudalismo, el resurgimiento de las grandes ciudades y la construcción de las catedrales.

Estos siglos oscuros se han considerado muchas veces como una infortunada interrupción del progreso del mundo occidental, una época singularmente improductiva, "..una era en que las mejores energías del hombre se dedicaron a empresas mezquinas, a violencias vanas y a una agricultura de simple subsistencia..."(9)

¿Es éste un juicio correcto?

Indudablemente es el juicio unánime de todos los escritores latinos contemporáneos a esta irrupción.

Gerald Simon, en su ensayo sobre "Los Orígenes de Europa" afirma que fue el carácter propio de los pueblos bárbaros, su irrupción abrupta y su inclinación a la batalla y al botín lo que contribuyó a endurecer el juicio riguroso de los cronistas de Roma. (10)

Podríamos resumir los "delitos" atribuidos a los pueblos bárbaros en:

1 - Haber provocado la caída del estado romano occidental.

2. Haber interrumpido el dorado cordón de la cultura clásica.

Pero la civilización que se construyó en Europa luego de la invasión de estos pueblos bárbaros contiene elementos fundamentales ligados a los principios que posteriomente desarrolló y por los que luchó fervorosamente la Orden de los francmasones.

Mientras muchos masones insisten en anclar la historia de la Orden únicamente a las instituciones del mundo clásico, los historiadores descubren en los pueblos bárbaros el germen de los grandes principios que construyeron a la moderna Europa.

Algunas consideraciones acerca de esta revisión podrían pareceros sorprendentes.

Para conformar una real dimensión de sus alcances conviene exponer la opinión de algunos prestigiosos medievalistas."

.. Los privilegios de los que se hizo renuncia en Versailles en 1789, tuvieron su origen en esta época tumultuosa.

Si bien los bárbaros han perecido, otros legados de comienzos de la Edad Media siguen siendo símbolos distintivos de la sociedad occidental, entre ellos el gobierno parlamentario o representativo, el sistema de tribunales y jurados, y los estados existentes en Europa..."(11) Karl Morrison"

..Ciertamente el derecho bárbaro da un testimonio de una mentalidad y una práctica originales: responsabilidad colectiva de la familia, reducción de los delitos por medio de multas (wergeld), duelos o pruebas judiciales..."(12) Jacques Heers"

.. De estos reinos rudos, beligerantes, surgieron los primeros estadosnaciones modernos y una civilización que fijó las pautas a todas las demás en cuanto a libertad personal, desarrollo económico y progreso científico.

Podemos encontrar el concepto mismo de "progreso" -la creencia del mejoramiento inevitable y continuo del hombre - en ideas nacidas en la época bárbara... "(13) Gerald Simon"

Progreso y Cristianismo

Cuando los bárbaros avanzaron hacia el occidente europeo se encontraron con pueblos que ya habían sido conquistados en su espíritu.

Por toda Europa el cristianismo triunfaba.

Ya no era una religión emergente; se expandía a gran velocidad y se organizaba bajo una estructura en cuyo poder se sustentaba: los Obispos.

Los días de la Gran Persecución decretada por Diocleciano habían quedado definitivamente atrás y las instituciones del mundo clásico agonizaban sin remedio.

Los antiguos dioses eran perseguidos y aniquilados uno tras otro y los cristianos parecían muy felices de ello.

Por los mismos años en que los bárbaros se establecían de este lado del Rin, Isidoro de Pelusio - sacerdote cristiano establecido en Egipto cerca de la actual ciudad de Suez escribía: "...La religión de los paganos, predominante durante años y años a costa de tantas penalidades, de tantas riquezas como se gastaron y tantos hechos de armas, ha desaparecido ahora de la faz de la tierra... "(14).

Agustín recibía en Hipona mensajes desesperados de obispos establecidos en Europa que creían ver en la marea bárbara las claras señales del fin del mundo.

Los calmaba como podía, repitiendo que ya en el siglo III Europa había resistido males mayores.

Pero la realidad era que el mundo estaba cambiando definitivamente y que los bárbaros se llevarían lo poco que los cristianos habían dejado de aquella antigüedad perdida.

Los antiguos Templos habían sido cerrados por Constantino... y desde él en adelante, uno tras otro los emperadores habían acometido la tarea de cristianizar el Imperio con mayor o menor resolución.

Hacia 528, Justiniano conminó a todos los paganos a bautizarse en un plazo perentorio de tres meses y en 529 prohibió definitivamente la actividad de profesores paganos en la Academia de Atenas, en las universidades griegas y los centros de oratoria.

A medida que sucumbían estas instituciones, que habían constituido la columna vertebral de la cultura clásica durante siglos, comenzaba a gestarse una nueva cultura que tardaría otros tantos siglos en encontrar su identidad.

Es justamente en este interregno en el que han quedado atrapados la mayoría de los historiadores que intentaron atar la francmasonería a las Escuelas de Misterios del mundo clásico.

Autores como Emile Rebold y el propio Carl Krause han intentado encontrar un puente que una a los antiguos colegios romanos con las primeras guildas medievales.

Y es aquí, en ese cono de sombra que se extiende entre el siglo IV y el VI, que la leyenda intenta una vez más otorgarle a la francmasonería una continuidad desde el pasado introduciendo a los Maestros de Como.

Sin embargo, es también en este punto en donde comienzan a encontrarse las huellas del complejo desarrollo de las grandes corporaciones de arquitectos medievales.

Por fuera de la historiografía masónica existen importantes investigaciones en torno a Como, en Lombardía, como un centro importante en cuanto al arte y la arquitectura, no en una época tan remota como el siglo VII tal como lo indicaban aparentemente los trabajos de Ludovico Muraturi en el siglo XVII sino con posterioridad al año 1000.

Aunque es realmente posible que hayan existido en un ámbito geográfico limitado, mucho tiempo antes.

Lo que no resulta claro aún es si estos maestros albañiles de Lombardía, con activa participación en la difusión del arte románico primitivo meridional, fueron conscientes de una herencia de orden iniciático o tuvieron necesidad de ella.

Según parece, esta necesidad de remontar sus orígenes a un pasado remoto surgió en las corporaciones medievales mucho tiempo después.

Efectivamente, existen documentos de estas asociaciones que establecen los comienzos de su tradición en la Antigüedad, pero no en la Antigüedad clásica sino en los tiempos del rey Salomón y la construcción del Templo de Jerusalén.

Pero estos documentos son posteriores al siglo XII.

Resulta un hecho por demás interesante que es hacia esta época (el siglo XIII) en que aparecen los primeros indicios concretos de un desarrollo de la idea de progreso.

Jacques Le Goff reconoce estos indicios y menciona tres ejemplos concretos: La Escuela de Chartres en el siglo XII; el milenarismo del cisterciense Joaquín Da Fiore en los siglos XII y XIII y Roger Bacon en el siglo XIII. (15)

En este punto surgen nuevos interrogantes, como por ejemplo: ¿qué tipo de organización eran estas corporaciones de constructores de que establecieran sus primeras constituciones y se dieran a sí mismas un origen, una razón de ser y un destino?

¿Cómo evolucionaron estas escuelas de oficios antes que los mismos Papas les otorgasen las franquicias especiales que constituyeron su particular característica?

¿Qué participación real tuvieron en el desarrollo cultural de la Alta Edad Media?

¿Qué rol cumplieron durante la construcción del feudalismo y cómo actuaron cuando irrumpe la edad de la razón y las grandes catedrales?

El arte bárbaro introduce grandes avances en las llamadas "artes menores"(16).

Pero las grandes construcciones aún conservan la influencia romana en el sur y la celta en el norte.

No parece probable que hayan existido cofradías organizadas de constructores en los principios de la Alta Edad Media, salvo las dependientes de los distintos poderes "reales", los arquitectos dependientes del Emperador Romano de Oriente y los que trabajaron bajo la dirección del movimiento monástico.

En este último punto nos introduciremos a continuación.

Los "masonerii" benedictinos

Hacia el 480 nace un hombre que sin lugar a dudas pondría los cimientos de una obra extraordinaria.

Su nombre era Benito, y pasaría a la historia como San Benito.

Hijo de una distinguida familia de Nursia, estudió en Roma y desde muy joven fue presa de una profunda energía espiritual.

Como muchos otros en su tiempo, se retiró a una vida solitaria decepcionado con la degradación en la que había caído la ciudad, para vivir en una caverna en una zona deshabitada cerca de Subiaco.

Su fama se extendió con el tiempo y muchos hombres acudían a él en la búsqueda de sosiego, paz y sabiduría.

La vida de ermitaño que Benito se impuso no le impidió mantener contacto con el mundo, y muy pronto se estableció un numeroso grupo en su entorno.

Europa estaba por entonces desquiciada, presa de los bárbaros y los cristianos.

Las fuerzas que otrora tensaban los tendones del Imperio casi habían desaparecido por completo y reinaba un gran caos.

Pero fue justamente desde este caos que comenzó la génesis del orden cumpliéndose una vez más la antigua premisa.

Lo  cierto es que Benito organizó a su gente; conformó una comunidad y la reunió alrededor de una regla.

Esa comunidad se convirtió en lo que sería el monasterio de Monte Cassino (17) y sobre esta regla se estableció gran parte de la civilización occidental.

Algunos autores han puesto en duda que esta regla, sencilla y particularmente sabia, haya sido creación de San Benito.

También se ha intentado establecer una relación entre ésta y la llamada "Regla del Maestro" atribuida a los esenios (18).

Lo cierto es que hacia 527, la orden benedictina había sido fundada y muy pronto se expandiría por toda Europa, cambiándole lenta pero inexorablemente su faz.

¿Quién era Benito de Nursia?

Por lo pronto, alguien que comprendió el imperativo del momento: reconstruir.

Tenía en su poder un mensaje poderoso, el de aquel cristianismo aún primitivo, aún oriental, y toda esa gente que depositaba en él sus esperanzas y a la que había que poner rápidamente a trabajar.

Estableció horas para ese trabajo y lo sistematizó, reservó horas para el estudio y la lectura y también para el rito y la liturgia.

Las comunidades benedictinas pronto redescubrieron las enormes ventajas de la explotación de la tierra, impulsadas por la necesidad de abastecerse.

Su inclinación enérgica al trabajo le devolvió el sentido a los oficios y los introdujo en la necesidad fundamental de la civilización: La Construcción.

Sin embargo todo esto tuvo un agregado que lo potenció a escalas infinitas: los benedictinos comenzaron una recopilación y un rescate sistemático decuanto documento escrito se había salvado.

Se establecieron las primeras bibliotecas y comenzó la tarea ciclópea de interpretar y copiar todos esos documentos.

Considerados heréticos casi en su totalidad por el clero, fueron recogidos y celosamente guardados por los benedictinos.

Sus monasterios fueron también depósito y salvaguarda de numerosas obras de arte, pero la principal preocupación de los benedictinos fue conservar esos manuscritos contra todo riesgo.

La importancia de este trabajo y la dimensión y cantidad de obras que los monasterios benedictinos conservaron ha llevado a muchos autores a reconsiderar si no se ha actuado con cierta injusticia cuando se atribuye con tanta facilidad al Islam el haber introducido en Europa las obras de Aristóteles y Platón.

Pero los benedictinos descollaron en una actividad que nos interesa ampliamente y que fue su labor como constructores y arquitectos.

Escuchemos lo que  decía Findel (19) al respecto: "...la construcción de los edificios religiosos se debe, en primer lugar, a la iniciativa del clero.

Los conventos fueron los verdaderos focos de la actividad industrial y fecundaron también el suelo, transformando en verdes oasis llanuras estériles y desiertas.

Por estas causas el arte de construir fue en principio ejercitado por los monjes.

Los benedictinos primero y más tarde los cistercienses, se ocuparon de la construcción.

Cada convento era una colonia, donde además de dedicarse a la práctica de la piedad, se estudiaban las lenguas, la teología y la filosofía, se ocupaban activamente de la agricultura y se ejercían y enseñaban todos los oficios...

Los abades trazaban los planos y dirigían su construcción, estableciendo de este modo una corriente de inteligencia entre las relaciones de los conventos... "

Fessler (20) entre otros, ya había marcado la importancia de los benedictinos en el arte de construir en el mundo medieval.

En su "Historia Científica de la Francmasonería" indica que los monjes llevaban en la Edad Media los nombres de caementarii, latonii y masonerii.

Mientras Benito de Nursia fundaba Monte Cassino en Italia, Justiniano emprendía la reconquista de las antiguas posesiones del Imperio y reprimía con ferocidad las protestas de los ciudadanos de Constantinopla que resistían sus reformas.

La más terrible fue la de 532 que produjo la muerte de más de 30.000 personas y que provocó un incendio que destruyó la gran basílica de la ciudad.

Inmediatamente, Justiniano puso en marcha la construcción de Santa Sophia, una obra extraordinaria que se completó en sólo cinco años y que requirió de la intervención de grandes arquitectos.

Testigos de la época han calificado a esta empresa como prodigiosa, dadas las dimensiones y la técnica utilizada para levantar los enormes pilares y las grandes arcadas de la nueva basílica que tambaleaban ante el peso inmenso de la obra.

Sin embargo, los arquitectos de Justiniano persistieron y completaron el edificio que sería tomado como modelo, más de 1000 años después, por el gran arquitecto turco Sinam, constructor de las grandes mezquitas otomanas.

Europa occidental distaba mucho de la estabilidad de las tierras orientales del Imperio.

Hacia 540, año en que fue consagrada Santa Sophia, los ejércitos de Justiniano habían reconquistado Roma, Sicilia, Cartago y Ravena luego de más de 100 años de dominación bárbara.

En ese escenario comenzaría la tarea de los benedictinos.

Hacia fines del siglo IV, Monte Cassino ya había sido destruido por los ejércitos lombardos que saqueaban el norte de Italia.

Pero la regla benedictina comenzaba a esparcirse por toda Europa, y un hombre nacido de este movimiento monástico ocupaba el trono de Pedro: San Gregorio Magno (+ 604).

Muchos cristianos comenzaban a comprender que ya no sólo se trataba de asumir una "conversión" formal de la religión sino que esa conversión debía implicar un Profundo cambio de vida.

Los años oscuros que siguieron a la caída del Imperio Romano de Occidente habían dejado al mundo sumido en un gran caos y una gran oscuridad espiritual, pero pronto muchos varones siguieron el ejemplo de San Benito y decidieron asumir un "estilo de vida cristiano más estricto y riguroso".

La búsqueda de la santidad comenzaba a producir Profundos cambios en esta sociedad disgregada y martirizada.

Los emperadores de Oriente llegaron a considerar esta tendencia con preocupación, puesto que la cantidad de jóvenes que abandonaban la vida seglar para ingresar en la atmósfera moral de los monasterios ponía en riesgo la provisión de efectivos para los ejércitos imperiales.

"En 593 el Emperador Mauricio promulgó un edicto por el que prohibía hacerse monjes a todos los varones que estaban en edad de prestar servicios militares ". (21)

El monasterio era, en la idea de Benito y también en la de Gregorio, "una escuela al servicio del Señor", y si bien la Regla benedictina ha sido frecuentemente definida como una "regla para principiantes" en él sólo podía aspirarse al máximo sacrificio que un hombre de aquella época pudiera concebir: "...En una sociedad como aquella, en la que cada uno tenía conciencia muy intensa de su status, la mortificación más heroica era someterse a la autoridad de un abad" (22)

La estructura de estos movimientos monásticos, fundados a partir de San Benito, San Columbano y otros monjes del Siglo VI y VII, y que luego se convertirían en Ordenes poderosas, se extendió a lo largo de toda Europa, desde Finisterre hasta Kiev, y no sólo dio su rumbo al primer milenio de la era cristiano sino que monopolizó en sus claustros la educación intelectual y moral de la civilización europea.

Y si bien en la época de San Gregorio Magno estamos aún muy lejos de las grandes abadías benedictinas, por mas humilde que sea cada comunidad de monje hay en ella al menos más humilde hay en ella una copia de las Sagradas Escrituras.

Otros monjes, como Aurello Casiodoro Magno (23) (+567), comprenderían la necesidad de sistematizar la labor de copiado de los textos sagrados, con lo cual con el tiempo todas las comunidades monásticas tuvieron bibliotecas mínimas y luego verdaderos tesoros de la literatura universal.

Lentamente, en torno a estas pequeñas agrupaciones de hombres, mitad santos, mitad desesperados, en medio de aquella desolación en la que poco a poco se fue convirtiendo el occidente europeo, comenzó a cimentarse una nueva civilización.

El choque de las fuerzas bárbaras con los latinos del sur y los celtas del norte, la continuidad de las invasiones a lo largo de los siglos posteriores, las potencias espirituales en permanente expansión tras el afán evangelizador en todas las fronteras, y la recuperación paulatina de la conciencia histórica, prepararán el advenimiento de fuerzas nuevas.

Entre los líderes de estos movimientos monásticos estarán los más grandes pensadores del medioevo.

Y bajo la dirección de los grandes abades aparecerán las primeras expresiones de una arquitectura renovada que mostrará sus posibilidades en el arte románico y estallará con toda su potencia en el gótico.

Bajo su protección encontraremos también las primeras evidencias de una masonería primitiva, fruto de la renovación del conocimiento y las técnicas de la construcción, el momento en que, tal como dice J. G. Findel, "... al lado de los monjes arquitectos aparecieron arquitectos laicos...... "

NOTAS

(1) Pensar la historia, Modernidad, presente, progreso. Pág. 197, Jacques Le Goff, Editorial Paidós, Barcelona, 1997

(2) Idem.

(3) Cartas morales a Lucilio, Lucio Anneo Séneca, Carta LXIV 

(4) Iniciación y Masonería. Eduardo Callaey, Revista Símbolo Nº 66.

(5) Historia de la Edad Media; Jacques Heers, Editorial Labor Humanitaria, Barcelona, 1991

(6) Las Mutaciones de la Cultura occidental: De la Antigüedad Tardía a la Alta Edad Media; Jacques Fontaine, Universidad de Paris IV, Editado por Salvat, Barcelona, 1985.

(7) Historia de la Edad Media, Jacques Heers, obra ya citada, pág. 39.

(8) Historia Universal Salvat, Tomo H, pág, 536 y ss.

(9) Enciclopedia TimeLife de las Grandes Epocas de la Humanidad. Tomo 1 "Orígenes de Europa". Nederland, 1968.

(10) Idem anterior 

(11) Karl Morrison es Prof. Adjunto de Historia Medieval de la Universidad de Chicago.

(12) Jacques Heers es Director del Departamento de Estudios Medievales de la Universidad de la Sorbona. El texto ha sido extraído de su Historia de la Edad Media.

(13) "El Crepúsculo de Roma", Ensayo de Gerald Simon, Universidad de Harvard (Editor de los libros de Historia de TimeLife) y Leonard Krieger, prof. de Historia Medieval de la Universidad de Chicago. Publicado por Time Life, Nederland, 1968.

(14) El primer milenio de la Cristiandad Occidental, Peter Brown, Editorial Crítica, pág. 40.

(15) Modernidad, Presente, Progreso. Jacques Le Goff, Paidós, 1997, pág. 200.

(16) En los tiempos de las invasiones bárbaras y a lo largo de los dos siglos posteriores, la construcción de grandes obras de arquitectura y escultura decaen notablemente, dando lugar a la llegada de un arte bárbaro, en donde las llamadas artes menores prevalecen con relación a las  grandes obras. Los nuevos reinos mediterráneos en donde se establecieron los godos mantienen una fuerte influencia del arte romano, tal como lo indican las grandes iglesias construidas en Ravena (Italia), Mérida (España) y Evola (Portugal). En el norte, el arte celta mantiene una fuerte influencia sobre la arquitectura. El arte bárbaro, que paulatinamente va cambiando las distintas expresiones artísticas en Europa, tiene un origen muy diverso que habría que buscar principalmente en Bizancio y en el Oriente mediterráneo. El arte bárbaro, Historia de la Edad Media. Jacques Heers, pag. 40

(17) MONTE CASSINO, Monasterio benedictino, situado en el monte del mismo nombre, cerca de la ciudad de Cassino, Italia, al noroeste de Nápoles. Fue fundado por Benito de Nursia en 529 en el antiguo emplazamiento de un templo de Apolo. Microsoft - Encarta 98 - Encyclopedia. 1993 - 1997 Microsoft Co.

(18) Esta hipótesis ha sido sostenida entre otros por Louis Charpentier, princi-palmente en sus obras sobre la Catedral de Chartres y los Templarios. No existe un motivo claro para atribuir esta relación más que, una vez más, un fuerte deseo de continuidad de la vía esotérica a través y por encima de los procesos históri-cos. Sin embargo, tampoco hay un motivo inapelable para sostener que San Be-nito no hubiese tenido acceso a manuscritos provenientes del Cercano Oriente dada la influencia que, sabemos, esta región ejerció sobre los inicios del movimiento monástico.

(19) Historia General de la Francmasonería J. G. Findel; Leipzig, Alemania, 1861.

(20) Ignacio Aurelio Fessler, nacido en Alemania en 1753.

(21) Peter Brown, El Primer Milenio de la Cristiandad Occidental, pág, 133

(22) Idem anterior

(23) "¡Oh gloriosa visión para el observador atento! Las palabras celestiales son copiadas con ágiles dedos, de suerte que las artes, del Diablo son así destruidas..." Instituciones, por Casiodoro Magno.

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Last modified: March 22, 2014